El miércoles 22 de abril de 1992, poco después de las 10 de la mañana, se sucedieron una decena de explosiones (en menos de una hora) en el antiguo barrio de Analco por exceso de hidrocarburos en el drenaje.
Las explosiones ocurrieron en el conector intermedio del subsuelo de Analco (un área de casi 10 km), lo cual también afectó a las colonias Atlas, San Carlos y Las Conchas.
El saldo de las explosiones (se calcula) fue de 212 muertos, 69 desaparecidos y 1800 lesionados. Quedaron destruidos ocho kilómetros de calles, resultaron afectadas 1142 viviendas, 450 comercios, 100 centros escolares y 600 vehículos (de acuerdo con un reporte de la Universidad de Guadalajara).
Sin embargo, he aquí un comparativo de las cifras oficiales en contraste con los testimonios y las evidencias que se han reunido a lo largo de más de 20 años:
Recuento del área afectada:
- 10.35 km de colectores explotaron
- 19 km de drenaje
- 98.230 m2 de pavimento
- 9.2 km de redes de agua potable
Con base en la información del libro La política detrás de la explosión: el 22 de abril de 1992 en Guadalajara, del Dr. Roberto Arias de la Mora, he aquí un recuento de los acontecimientos previos y posteriores a ese día (en memoria de los fallecidos y afectados por las explosiones), para no olvidar uno de los episodios históricos más graves en la historia de Jalisco.
¿Qué pasó previo a la explosión?
19 de abril
Vecinos de la calle Gante reportan al Ayuntamiento de Guadalajara un fuerte olor a gasolina.
20 de abril
El equipo del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA) y los bomberos reciben más denuncias de olor a gasolina que sale por alcantarillas, lavabos e incluso fregaderos.
21 de abril
Personal del SIAPA y los bomberos se encontraban en la zona atendiendo las denuncias de los fuertes olores a hidrocarburos.
El equipo de SIAPA, al tomar muestras del agua, afirma que ésta tenía una capa aceitosa que parecía gasolina. Como el SIAPA no contaba con la tecnología para analizarla al momento en Guadalajara, dicha muestra se envió para su análisis al entonces Distrito Federal: “Mandamos una persona a México desde medio día para que analizara esas muestras. La mandamos a la Dirección General de Operación Hidráulica del Distrito Federal, al laboratorio de Xotepingo”, declaró el entonces presidente municipal de Guadalajara Enrique Dau Flores.
El biólogo Luis Aceves Martinez, de la brigada del SIAPA señaló que, al tomar la muestra, esta tenía una capa aceitosa que en principio parecía gasolina. En contraparte, ingenieros de Pemex enfatizaban que el color del agua demostraba que no podía tratarse de esa sustancia.
El entonces Jefe de bomberos, el mayor Trinidad López Rivas, presenció cuando se tomaban las muestras de agua y señaló: “Se trataba de agua turbia y jabonosa; no olía a agua de drenaje. Efectivamente olía a algún hidrocarburo, aunque este no era visible”.
El director del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), Gualberto Limón, comentó: “Los ingenieros de Pemex estaban con una actitud de poca colaboración, como que ellos pertenecían a otra dimensión, que no estaban en la jurisdicción de las autoridades locales, y no solamente eso, como que eran diferentes y superiores”.
A las 9 de la noche se culpó a una aceitera de la presencia de líquido y olores en el drenaje. Al mayor Trinidad Lopez Rivas nunca le pareció convincente esa hipótesis. Sin embargo, uno de los ingenieros de Pemex afirmó: “Aquí está el problema” (refiriéndose a la aceitera). SIAPA revisó las instalaciones de la aceitera y negó la posibilidad de que ese fuera el motivo.
Trinidad Lopez Rivas le reclamó a los ingenieros de Pemex en la aceitera: “¿Por qué no nos dicen que hay?” A lo que los ingenieros alegaron: “Aquí no hay nada de Pemex”.
Otras publicaciones dieron cuenta de versiones opuestas entre los ingenieros de Pemex: mientras unos negaban que fuera gasolina el producto presente en las alcantarillas, los ingenieros Clemente y Gustavo Valdez, quienes se encontraban en las calles Analco y Gante, aceptaron que se trataba de una fuga de gasolina, pero descartaron que proviniera de la planta de recepción de Pemex en La Nogalera.
22 de abril (previo a la explosión)
El mayor Trinidad Lopez Rivas informó a su jefe (y éste al presidente municipal) a las 3 de la madrugada, que ya habían limpiado plenamente los colectores y que había “cero explosividad en los mismos”.
Minutos antes de la explosión el director del SIAPA, Gualberto Limón, informó al gobernador que: “Todavía no resolvían el problema del todo; que habían observado variaciones”. Sin embargo, el gobernador recuerda que “el director del SIAPA me informó los pormenores de una fuga en una aceitera que ya estaban resueltos”.
Por su parte, el director del SIAPA, Gualberto Limón, declaró años después: “Por la mañana me informaron: Guadalberto, es gasolina”, refiriéndose a la muestra que habían extraído el día anterior y enviado a analizar a la Ciudad de México.
Datos relevantes
- La cantidad de cuerpos destrozados fue de tal magnitud, que se vació la fosa de clavados del Consejo Estatal para el Fomento Deportivo (CODE) para llenarla con formol y poner ahí los fragmentos de los cuerpos encontrados.
- La gente se arremolinaba en el CODE para tratar de reconocer a sus familiares de entre los cuerpos mutilados.
- Durante varios días hubo pánico generalizado en toda Guadalajara por el riesgo latente de más explosiones.
- El gobernador Guillermo Cosío Vidaurri decidió ubicar un primer albergue para sobrevivientes en las instalaciones de El Colegio de Jalisco, en el barrio de Analco.
¿Qué pasó después de la explosión?
El entonces presidente Carlos Salinas exigió una explicación de los acontecimientos en menos 72 horas.
Los puntos más relevantes del dictamen de la PGR fueron:
- Era gasolina en estado gaseoso.
- La planta 18 de Marzo se encuentra en lo más alto del colector. Al respecto Gualberto Limón, en su declaración ministerial, dijo que la explosión tuvo su origen de un escurrimiento “casi vertical” de gasolina Nova fugada de las inmediaciones de esa planta.
- Para la explosión fue importante la “fisonomía del colector” que estancó desechos industriales y domésticos, especialmente en los tramos de mayor diámetro donde también pudieron alojarse “grandes volúmenes gaseosos” de hidrocarburos.
- Que la gasolina entró a la red de drenajes por una tubería de descarga localizada bajo el poliducto, a razón de 1.1 a 1.3 litros por segundo. Siendo este el primer cálculo oficial de cuánta gasolina pudo fugarse.
- Que el agujero por donde se supone se fugó la gasolina se debió a un proceso de corrosión ocasionado “por meses e incluso años” de desgaste.
- Se responsabilizó a la empresa San Pablo, encargada del desarrollo habitacional del Álamo Industrial, de colocar la tubería junto al poliducto de Pemex.
- La acción de las aguas derramadas por el SIAPA redujo el volumen disponible para alojar desechos y los desplazó aguas arriba en el colector. La apertura de las alcantarillas oxigenó el ducto y completó la mezcla explosiva de hidrocarburos con aire, la cual provocó las explosiones. Esto último se explica a partir del hecho de que el SIAPA lavó el sistema de drenaje desde una zona cercana a la planta y también a la aceitera La Central (puesto que los índices más altos de explosividad se registraron ahí).
- Se detectó la existencia de dos (no solo una) fuga de gasolina que propiciaron la tragedia. De acuerdo con declaraciones de los ingenieros petroleros, peritos y especialistas, quienes participaron en el muestreo de 60 alcantarillas de la zona dañada y especialmente en la colonia Álamo industrial.
Durante 21 meses se usaron estos argumentos para “Conclusiones no acusatorias por estimar que no había relación directa entre las personas sujetas a proceso y las explosiones”.
La principal conclusión del gobierno federal fue la siguiente: “Las explosiones en el drenaje de la ciudad de Guadalajara fueron causadas por la acumulación de hidrocarburos y solventes provenientes, principalmente, de la zona industrial con aportaciones de talleres mecánicos y pequeñas industrias próximas al colector Intermedio Oriente; sin la presencia de gasolina Nova, pues no se detectó en las muestras tomadas el 21 de abril. Dicha acumulación se provocó por la modificación de los colectores para la construcción de la línea 2 del tren ligero. De tal suerte que la gasolina localizada fue consecuencia y no causa de las explosiones”.
Esta conclusión se sustentó en una “detallada argumentación de naturaleza científica” y que, por supuesto, no contempló en ningún momento fallas u omisiones de Pemex y derivó en las llamadas “acusaciones no acusatorias”.
Cabe destacar que, en todo momento, la actitud del personal de Pemex estuvo muy lejana a mostrar abierta disposición para coordinarse con el resto de las dependencias públicas involucradas.
Resulta bastante probable que el comportamiento no cooperativo mostrado por el personal de Pemex durante el 21 de abril, estuviera motivado por temor a que se descubriera la inusual movilización de camiones cisterna que se observó ese día en las inmediaciones de las instalaciones de Pemex. Evidentemente, estas acciones no figuran entre las actividades realizadas por parte del personal de la paraestatal y se encuentran contenidas en el “Informe de hechos, investigaciones y estudios sobre el accidente en el drenaje de la ciudad de Guadalajara el 22 de abril de 1992”.
Sin embargo, hay testigos oculares que presenciaron las maniobras que realizaron algunos camiones de Pemex, presuntamente para extraer ilegalmente gasolina del drenaje alrededor de las vías del ferrocarril en la zona industrial. Uno de los testigos declaró: “Mi papá me dijo: Mira, están robando gasolina. Le pregunté: ¿Lo denunciamos? Y me respondió: No, nos meteriamos en un problema”.
Diez años después salió una nota en el diario Público Milenio con el encabezado: “Una falla de bombeo provocó las explosiones” que señalaba: “Los operadores de Pemex sabían que tenían un gran problema; se registraba un derrame gigantesco alrededor de la planta en la mañana del 21 de abril” […] “la protección catódica que debía proteger a los ductos de la corrosión por medio de la inducción de corriente eléctrica no funcionaba correctamente desde años atrás”.
Quizás el hecho de no aceptar ningún tipo de fuga de sus instalaciones en Guadalajara, era la única alternativa para ocultar un mal mayor: la latente corrupción que posibilitó (en mayor o menor medida) la dispersión de gasolina.
La evidencia de corrupción dentro de Pemex (al día de hoy), continúa siendo indirecta y circunstancial: el comportamiento no colaborativo del personal previo a la explosión.
Sólo de manera indirecta es posible deducir que ese comportamiento estaba determinado por el miedo a un severo castigo que recibirían de sus jefes al aceptar o denunciar una fuga masiva de combustibles.
Cualquier indicio de corrupción en Pemex hubiera resultado crítico para quienes promovían “la modernización” de la paraestatal por aquellos años.
Las autoridades federales se apropiaron de la autoridad para definir causas y siempre minimizaron la responsabilidad de Pemex.
A quienes intentaron hacer investigaciones al respecto, se les negaron muchos accesos y se les pusieron trabas de todo tipo para desistir de sus intenciones.
Las conclusiones oficiales jamás contemplaron fallas u omisiones de Pemex.A pesar de la enorme cantidad de gasolina derramada en el drenaje, jamás se contempló que ésta viniera de la terminal de distribución 18 de Marzo ni que la fuga se debiera a errores humanos.
El gobernador de Jalisco Guillermo Cosío Vidaurri, pidió licencia días después de la explosión. Lo mismo hizo el presidente municipal Enrique Dau Flores y poco después de eso fue detenido.
Toda la información fue tomada del libro: La política detrás de la explosión: el 22 de abril de 1992 en Guadalajara, del Dr. Roberto Arias de la Mora.