El primer presidente de El Colegio de Jalisco, Alfonso de Alba, recordaba a tres años de su gestión que éste había nacido en plena crisis económica. Reconocer un difícil origen no es sólo una construcción narrativa, sino una forma sincera de autocrítica, pues la vanagloria siembra cizaña. Por ello, cabe reflexionar el principio que detonó la existencia del Colegio.

Inquietudes, fundamentos, experiencias y expectativas son las palabras que describen un humilde comienzo, pero que por diversas circunstancias quedaron sepultadas en el olvido. Tras el rescate del Archivo Histórico de El Colegio de Jalisco, salen a la luz documentos que dan cuenta, además de su origen, no sólo de la primera gestión del insuperable primer presidente, sino de una pléyade de “voluntades y compresiones rectoras”, que alejadas de protagonismos dieron vida fecunda y colegiada.